Prueba a decirlo en otro idioma, o cómo influyen las lenguas en nuestra personalidad.

19:07 Claudia Mañas 0 Comments



Laura Rodríguez Ducasse ha investigado para la unidad de psicología de la Universidad Camilo José Cela cómo influyen las lenguas en nuestra personalidad y cómo influye el idioma que hablamos en nuestras emociones y nuestra percepción de la realidad. He querido dedicar el post de hoy a hacerme eco de sus conclusiones, que reflejan hasta que punto el lenguaje influye en nuestra manera de percibir la realidad.




Que hablar un idioma no materno modifica nuestra personalidad, es algo de lo que en general se tiene
un ligero conocimiento, bien sea por nuestra propia experiencia o por tratarse de un dato relativamente conocido. Pero, ¿hasta qué punto es esto verdad? Si profundizamos un poco en esta idea, surgen al momento cientos de preguntas y cuestiones aún sin resolver.

Hasta la fecha hay evidencias suficientes de que este hecho es real. Ya se demostró en un estudio en el que participaron más de 1000 multihablantes (Dewaele & Pavlenko, 2001) donde dos tercios afirmaron tener una personalidad diferente cuando hablaban otro idioma. No sólo eso, una proporción considerable afirmó también sentirse más cómodo cuando maldecían o decían palabras tabú en su idioma no materno, puesto que la carga emocional era menor y ‘’no sonaba tan mal’’. Una explicación a esta cuestión pudieron haberla encontrado psicólogos de la universidad de Bangor, que descubrieron en un estudio que el cerebro bloquea el acceso inconsciente a nuestra lengua materna ante palabras extranjeras con un componente emocional negativo, posiblemente como un mecanismo de protección que minimiza el impacto negativo que provocan en nuestra lengua materna. Entonces, ¿cómo interactúan exactamente las emociones y pensamientos?

Está claro que al hablar en nuestro idioma materno, la carga emocional de lo que decimos es muchísimo mayor. En cada palabra están influyendo miles de experiencias previamente vividas, que le confieren ese significado único y concreto. Por ello, por ejemplo, sabemos que no es lo mismo estar cabreado que mosqueado, de igual manera que un te quiero no es lo mismo que un te amo.

Discutir en un idioma no materno no es lo mismo que hacerlo en el nuestro, y esto podrán comprobarlo la mayoría de personas que sean bilingües. Una discusión en alemán se vuelve mucho más racional que en español, menos dramática. Es probable que esto se deba a que la representación mental que hacemos de lo que estamos diciendo está influida por el acceso a la semántica. Es decir,  cómo hablamos está influyendo en la opinión que tenemos de aquello que estamos diciendo.  ¿Podríamos asociar entonces, la lengua materna a lo emocional, y la extranjera o lo racional? Si estamos condicionados por la semántica, ¿es ésta la clave para entender todas estas cuestiones planteadas, o está influyendo algo más? Un estudio realizado por la Universitat Pompeu Fabra demostró que el idioma en el que se planteaba un dilema ético emocional influía en la decisión que los participantes tomaban al respecto, habiendo consenso con la respuesta más razonable.

La gramática de cada idioma influye en la forma en la que se habla y se expresan las cosas, de igual modo que el orden sintáctico influye en su significado. Por ejemplo en inglés, donde el orden sintáctico es muy rígido, la alteración de una sola palabra en la frase puede tener consecuencias fatales en su significado.



Tema aparte, hay emociones específicas sin traducción a otro idioma, por ejemplo la palabra alemana Weltschmerz. ¿Cómo es posible para un bilingüe entender estos conceptos si no tienen traducción en su lengua original? Puede que la explicación más razonable a esta cuestión sea que estos conceptos se vinculan a emociones y experiencias aprendidas, y sólo así somos capaces de entenderlos. Siguiendo el proceso contrario, de igual modo somos capaces de reconocer estos conceptos intraducibles en situaciones de la vida cotidiana, sentimientos o experiencias. Cabría decir que lo más admirable no es el poder asignar una traducción a estas palabras, sino saber reconocerlas en situaciones y emociones concretas. Obsérvese entonces el papel fundamental que está jugando la experiencia y de nuevo, las emociones.

En un mundo cada vez más globalizado, la importancia de nuevas líneas de investigación sobre todas estas cuestiones parece indiscutible. Son muchos los factores que parecen estar configurando nuestra personalidad e incluso emociones a la hora de expresarnos o pensar en un idioma no materno. Más conocimiento al respecto supondría una enorme ventaja y sin duda un gran avance no sólo para la psicología, sino para otros muchos.